Continuamente escucho noticias sobre los resultados de los informes de
evaluación PISA en nuestro país y cada vez son más desoladores.
Al principio me negaba a reconocer que los resultados fueran tan malos
y que nuestros estudiantes sacaran tan bajas calificaciones y fueran tan por
detrás de otros países “desarrollados” y tan cerca de otros mucho menos “desarrollados”.
Pero es inevitable creértelo puesto que los datos son objetivos http://www.mecd.gob.es/prensa-mecd/actualidad/2014/04/20140401-pisa.html
y el índice de abandono escolar cada vez
es más alto, según los datos publicados por la oficina de estadística comunitaria
Eurostat.
Las conclusiones que saca la prensa para correlacionar los bajos
resultados académicos y las altas tasas de abandono de las aulas son el auge
que tuvo el negocio de la construcción, requiriendo así mucha mano de obra no
cualificada. No obstante, y cada vez estoy más segura, que el origen de estas
altas tasas de abandono escolar es la ausencia de una correcta aplicación de
las bases del estudio en los centros educativos.
A lo largo de mis 30 años, y de los sistemas educativos que he tocado
de cerca, he podido observar cómo ha cambiado la educación en las aulas según
cambiaban las diferentes leyes de educación, y cada cual ha ido empeorando! Y
ha ido empeorando no porque gobernara tal partido o tal otro y quisieran
imponer mayor relevancia a unas asignaturas u otras, sino porque se han
descuidado aspectos tan esenciales para
el aprendizaje como el vocabulario
y la comprensión lectora.
En el sistema educativo que mantenemos al final lo que cuenta son las
notas que saca el niño o la niña, poco más nos importa cuánto haya aprendido. Pero
al final las consecuencias se sufren. Llegan a las pruebas de las P.A.U
(antiguo Selectivo) y se les exige exponer su pensamiento crítico. ¿Pero qué
pensamiento crítico? ¿Qué es eso? – me preguntan algunos con cara de espanto
cuando nos enfrentamos a los comentarios de texto-.
Efectivamente, ¡qué pensamiento crítico les vamos a exigir a los 17
años, si durante sus 6 cursos de primaria únicamente les exigían estudiarse el tan
trabajado esquema que se había “currado” el profesor de turno y sus exámenes eran
de rellenar huecos en blanco! Eso sí, en Secundaria ya deben engullir y dominar
cualquier texto y en Bachiller además exponer su pensamiento crítico!. ¡Qué
locura señores!
Estoy segura que muchos maestros continúan haciéndolo bien, enseñando
a los niños a leer correctamente, a buscar o preguntar las palabras que no entienden en el diccionario, a discriminar las ideas importantes de las no importantes
y subrayarlas para destacarlas en el texto, a estructurar el texto en un esquema después del trabajo anterior y a
saber contar por escrito con sus propias palabras
de qué iba la lección. Aún así, muchos otros, creyendo que les facilitan el
proceso de aprendizaje a los niños haciéndoles los esquemas, lo que consiguen
es que se les atrofie el cerebro y repitan como papagallos los contenidos que
se les exige enseñar desde el Ministerio de Educación.
Todo esto que parece tan complicando, es el sentido común con el que
han aprendido nuestros padres, y es una lástima que los diferentes sistemas
educativos de turno hayan propiciado el declive de la educación.