lunes, 28 de octubre de 2013

El niño "sándwich"

Numerosas son las quejas de las familias con tres hijos sobre qué hacer o cómo tratar a su hijo intermedio porque es el “más rebelde”. Ante esta situación yo siempre alerto de que la solución está en las manos de los adultos que tratan directamente con los pequeños.

Nadie duda de que a todos los hijos hay que quererlos por igual, sin embargo (y aunque nos pueda doler escucharlo) unas veces se tiene más afinidad con unos que con otros.

Con los hijos mayores se suele tener una relación especial debido a que son los primeros en llegar a la familia y en experimentar siempre antes que nadie las nuevas actividades y en vivir las nuevas etapas. Por lo tanto el segundo hijo siempre va a la sombra del primero, y cuando tiene la edad para poder realizar las actividades que su hermano ya realiza, nadie le presta atención de la misma manera, pues ya no es novedoso. Cuando llega el tercer hijo,  la figura del segundo como el hijo pequeño, queda relegada puesto que el bebé necesita una atención especial.

Los aspectos que vemos como negativos relacionados con el lugar que ocupan entre los hermanos, se compensaran conforme vayan creciendo puesto que a cada uno le exigiremos responsabilidades diferentes. A los mayores siempre se les exigirá más que a los medianos y a los pequeños. A los pequeños se les exigirá menos y se les dejará una supuesta libertad mucho más ligera que a sus hermanos mayores.
Por otro lado,  los medianos forjarán un carácter muchas veces mediador entre los hermanos y mucho más resolutivo ante situaciones difíciles, puesto que ya habrán pasado por eso y habrán aprendido cómo afrontarlas.


Finalmente, los padres y la familia pueden seguir unas recomendaciones para evitar que a edades tempranas los hijos, sobretodo los medianos, desarrollen sentimientos que puedan afectar negativamente a su autoestima:
1.      Estar atento a si se le está prestando una atención menor al hijo intermedio. Y si es así, enfoca tu atención sobre él para asegurarte de que recibe la atención y tiempo que necesite.
2.      Ser justo y esperar de las conductas y actitudes de cada hijo lo correspondiente a su edad.
3.      No comparar entre hermanos ni poner de modelo la conducta del mayor. Cada hijo es diferente y debemos dejar la libertad de aprender cometiendo quizá los mismos errores que los hermanos mayores. La comparación aumentará rivalidades innecesarias.
4.      Ser imparcial. Compartir los valores de tu casa entre todos y hacer cumplir las normas a todos por igual independientemente de los gustos, talentos y afinidades que tenga cada uno.
5.      Poner medios, atención y tiempo para llegar a conocer esa cualidad especial que tiene cada uno de tus hijos.
6.      Fomentar la relación sana de cada uno de tus hijos con niños de su misma edad para fortalecer el sentido de identidad y pertenencia.
 
Aunque parezca un tema sentimental más que un verdadero problema, las emociones que experimentan nuestros hijos durante su infancia conformarán y estructurarán su esqueleto emocional y su forma de afrontar la vida en el futuro. De este modo dar a cada hijo la atención especial que se merece y estar atentos a las necesidades que cada uno de ellos demande de manera individual está en nuestras manos.
Publicado para www.micollardemacarrones.com